He comido en el primer restaurante MasterChef y esto es lo que pienso😋

Review por Andrés Galisteo

Sí, por supuesto que probé el «León come gamba». Por Andrés Galisteo

Aspirantes, bienvenidos a MasterChef. Esta es la primera oportunidad en el mundo de probar en vivo y en directo las recetas de un programa que tiene récord de emisión en más de 50 países. La primera vez que se pueden degustar los icónicos platos del «talent» más sabroso del planeta. La primera vez que abre las puertas un restaurante MasterChef, sin precedentes ni imitadores hasta la fecha. ¿Dónde? Bien cerca. En la calle Velázquez de Madrid.

En OT oyes cantar. En Fama ves bailar. En Got Talent… bueno, juzga tú mismo. Lo que seguro que nunca has podido hacer es catar las elaboraciones culinarias más famosas de la pequeña pantalla. Hasta ahora.

¿Cocinas tú? Me preguntan en los días previos algunos colegas. No. Valoras, en todo caso. Si quieres sentirte Pepe, Jordi o Samantha por unas horas, si quieres desatar tu momento fan con alguno de los concursantes o si, simplemente, buscas comer bien con un «punch» divertido y diferente, reserva mesa.

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Ojo, MasterChef no es un restaurante temático. Fue mi primer pensamiento, no sé si temor, cruzando sus puertas. ¿Naranjas, rojos, puestos de cocina? Lo que casi cualquiera habría imaginado montando un negocio de estas características. Por mi parte, si no es por el letrero de la entrada, un par de emes repartidas por la sala, un reloj en una pared y algunas fotos de los finalistas y de los jueces en uno de los dos reservados, igual no me habría dado ni cuenta en otras circunstancias. Punto para la productora, punto para la propiedad: No es Disneylandia.

Abre el primer restaurante MasterChef en la calle Velázquez de Madrid

D.R.

Aspirantes, a vuestros puestos

La sede del antiguo Ataclub mantiene buen gusto, esencia Mediterránea, sus dos llamativos olivos centrales, su luz natural. Hay nuevos toques, en especial una gran mesa a la entrada repleta de productos de huerta que me recuerda al televisivo supermercado y una pequeña tienda, eso sí, en la que hacen furor y se agotan los delantales.

Abre el primer restaurante MasterChef en la calle Velázquez de Madrid

Al entrar me saluda Ketty, finalista de la sexta y última edición por el momento. Es su primer día, está un poco nerviosa, no tanto como cuando Pepe Rodríguez dijo su nombre, pero algo. Quiere montar un restaurante, me dice, y esta es una forma de ver «in situ» lo que se cuece, nunca mejor dicho.

Ojo otra vez. Ketty no cocina aquí. No lo hace ninguno de los concursantes, que visitan uno a uno cada semana el espacio para charlar con los comensales y con un equipo de cocina fijo, profesional, que lideran y asesoran Jorge Bretón, Adrián Leonelli y Lolo Román, reconocidos chefs con trayectorias entre los grandes y profesores del Basque Culinary Center.

Así que no está el arroz Pulleiro de la cubana, al menos por ahora, aunque puede que le llegue su momento. «Hemos elegido algunos platos icónicos del programa que irán desfilando por la carta, pero no son íntegramente platos de aspirantes. Hay otros de creación propia, que son tendencia, de temporada, como en cualquier buen restaurante que es, al final, lo que queremos ser», me explicará después Lolo sentados a la mesa.

Abro la carta y, en efecto, compruebo que podría ser la de cualquier dirección de calidad en la capital, muy pensada para compartir, ni muy larga ni muy corta, apetecible, bien de precio (unos 40 euros de media). Pinta OK. Primera hoja, sugerencias. «La idea es que cambien cada semana y que pueda probarse el plato ganador de cada emisión al día siguiente». De momento, está la merluza del «alcalde», de Víctor, uno de los favoritos y una de las despedidas más tristes y comentadas. Su plato, por contra, alegra la vista, el gusto y la dieta post verano.

Jamón ibérico, eso nunca falla, burrata, anchoas, atún rojo en tataki. Una pequeña selección de productos precede a esos platos «tendencia», al apartado «tradición» y a los «dulces». Voy pasando página y eligiendo. Lo cierto es que tiendo a la vena nostálgica y, exceptuando una estupenda y original menestra de verduritas, cada una en su punto de cocción y con una crema tipo sabayón de maíz cuya autoría nadie reclama, me lanzo a los momentazos.

¿León come gamba? ¡Hombre! No podía faltar. ¿Ya ha venido Alberto Sempere a probarlo? Pregunto. Me contestan que aún no han tirado de ediciones anteriores. No sé si le apetecerá otro baño de masas como aquel, aunque entonces fuera virtual. Por suerte o por desgracia, el plato no es como él lo planteó y se la ha dado la forma de una causa de azafrán con una americana de gambas y pimientos. Mismos ingredientes, formato más apetitoso, menos gracioso, aunque a 18 euros no se tomaría tan a broma.

Abre el primer restaurante MasterChef en la calle Velázquez de Madrid

Del paso de Carlos Maldonado por el programa y de su posterior «food truck» también se me hizo imprescindible el bao de carrilleras con encurtidos y su punto gamberro de mahonesa de wasabi y de Jefferson me recuerdan el entrañable capítulo de su «fish & chips», que aquí emplatan con unas patatas fritas de puesto de feria. Yo no quiero delantales, quiero tres bolsas de estas.

Entre el «fish & chips» y el solomillo de Silvia Abril, el plato con el que rozó el triunfo en MasterChef Celebrity, «catalanizado» con salsa romesco por encima de una carne exquisita, aparece Marina, que ha ido a ver a Ketty. Ella ya pasó su semana, suponemos que cogiendo trucos para hacerle la «puñeta» a su marido que no quiso contratarla en su nuevo restaurante. Fue su carta de presentación en el show. Mientras ella «pelea» en su matrimonio, otros le piden ayuda con el suyo. «Cuando estaba aquí, vino una pareja de seguidores y él me pidió que entregara el anillo de pedida. Se acaban de casar, nos han mandado la foto». Es un ejemplo más del «fanatismo» que se combina, misteriosa y acertadamente, con el empresario que viene a firmar tratos, con el madrileño ávido la última apertura, con el «foodie» que busca calidad ante todo.

El jurado también firma sus propios platos. Me decanto por probar «el que más se pide», el postre de Jordi Cruz con espuma de coco y limón y helado de yogur aunque me hace dudar la tarta de queso más fea del mundo, la de Cerezo. En los salados, Samantha tiene su ensalada de quinoa y Pepe, sus callos. «Cómo se nota que están ellos en la cocina», me dicen que se oye comentar a algunos clientes. No, no están, «capisci»?

Las redes sociales del local anuncian cada siete días quién será el concursante que sí que estará. Fotos, autógrafos, proposiciones indecentes (Marina me relató algunas que no me deja publicar)… O, sencillamente, disfrute, diversión y estelar compañía. Buen plan de familia con niños, de familia a secas, de amigos o de compañeros de trabajo. ¡Sí, chef!

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